Tras un dos mil trece de muchos cambios en Venezuela. Con una transición presidencial abrupta y polémica. Donde las colas se convirtieron en protagonistas de las calles venezolanas. Las inconformidades a flor de piel entre la población, preveían al 2014 como un año de mal presagio.
Tras romperse el encanto de las doce campanadas y dar el feliz año, tocó enfrentarse a la realidad y ponerse los pantalones. Enero, como siempre un mes esperanzador para el mundo entero, donde todos nos planteamos mil y un cosas para hacer en el nuevo año, en nuestro país tuvo el rol de villano. De hacernos lamentar los excesos de diciembre, y caer en cuenta de la crisis económica en la que estamos envueltos. Comienza el recorrido. Destino: Venezuela - Año: 2014.
El gobierno nacional, anunció el seis de enero, como ya es tradición, un aumento del salario minímo de un diez por ciento. El incremento llevó al denario base criollo de Bs 2973 a Bs 3270,30. Esta medida fue tomada por el presidente Nicolás Maduro en Gaceta Oficial, como estrategia para paliar los efectos de la inflación que cerró el año 2013 en un 52,2%.
Las medidas gubernamentales estaban muy lejos de surtir efecto en el devenir económico. A pesar del incremento, la Canasta Básica Familiar (CBF) que incluye alimentos, calzado, vestuario, transporte, educación y servicios, abrió el año en Bs 15.919,76 según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cenda). Eso significaba que para una familia eran necesarios casi cinco salarios mínimos para poder cubrir los gastos.
El disgusto se hizo evidente en la población, tuvimos un primer trimestre lleno de tensión y conflictos armados. Guarimbas, guardias y marchas pasaron a protagonizar los titulares de los medios. Mientras tanto, el costo de la vida seguía aumentando, cual nubes grises en el cielo, bloqueando la luz del sol, la tranquilidad de los criollos.
Al venezolano de a pie no le alcanzaba lo que ganaba para cubrir sus necesidades. Llegó abril y los transportistas públicos se pronunciaron y pidieron un aumento nacional del pasaje. "Los repuestos no se consiguen y si se consiguen están muy caros", era lo que solía escuchar de los conductores de carrito por puesto y autobuses en los que viajaba.
El resultado fue un aumento de 25% de la tarifa de transporte público de acuerdo a la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 6130, que circuló el 23 de abril. Otro disparo más para el que ya estaba herido.
El Ejecutivo Nacional, se pronunció el 1 de mayo para anunciar un aumento del 30% en el sueldo mínimo. Ahora la tarifa más baja para un trabajador sería de Bs 4.251,40. En contraste con su antecesor, sólo había una diferencia de Bs 981.
Ese aumento salarial, era esperado, más que con alegría, con necesidad y desesperación por la población. Muchos incluso tenían la esperanza de que el Gobierno Nacional recapacitara con base a las cifras, e hiciera un incremento por encima de los estipulado. Pero no, las cosas no fueron diferentes, el disgusto ganó otro punto a favor. "Esta gente del gobierno es increíble, lo que aumentaron no alcanza ni para una semana, lo saben y sin embargo no les importa", decía una señora de mediana edad mientras esperaba turno en el supermercado.
En efecto, el aumento salarial fue contraproducente, el segundo trimestre cerró mucho peor. La población venezolana era apaleada por la fiebre del Chicungunya y el Dengue Hemorrágico. Las colas ya no eran solamente en los supermercados sino que las farmacias tenían gran demanda de acetaminofén y ácido fólico que no conseguían cubrir. Y tal cual las siete plagas de Egipto, para colmo la Canasta Básica ya se hallaba en Bs 20.560,85 de acuerdo a las cifras del Cenda.
Llegó la época vacacional y fueron muchos los que dejaron de lado las anheladas vacaciones, pensando en ahorrar para la lista escolar, que ya amenazaba a los padres venezolanos con dejarlos bien apretados. El aumento de los pasajes de viaje, la escasez de los tickets aéreos, todo contribuyó a que Venezuela tuviera unas vacaciones flojas, donde el turismo fue puesto de último lugar.
Agosto fue el mes cúspide inflacionario del año. Hubo un aumento de casi tres mil bolívares en la Canasta Básica Familiar entre julio y agosto. La razón de este disparo en los números, fue la lista de útiles y uniformes para la educación preescolar, básica y media, que en un sólo año aumentó en un 142,5%, es decir fue de Bs 8.980,91 a Bs. 21.774,35. Para una madre soltera, personaje muy común en nuestra sociedad venezolana, resultaba casi imposible cargar con esta responsabilidad, ni hablar de aquellas que tienen más de un hijo.
Para final de año al gobierno venezolano se le había salido de las manos la situación. Desde agosto el petróleo comenzó a bajar de precio cada vez más rápido, y el término "terrorismo económico internacional" era la excusa de los gobernantes frente a la situación.
Con el oro negro cayendo a pique, el Ejecutivo Nacional no tuvo más opción que anunciar otro incremento salarial ( por tercera vez en el año). El 1 de diciembre entró en vigencia el aumento del sueldo mínimo. Fue llevado a Bs 4.889,11 de acuerdo a la Gaceta Oficial No. 40.542, publicada el 3 de noviembre.
Al cerrar el año, Venezuela tenía una cesta básica en Bs 28.141,50, 54 productos en situación de escasez, cada hallaca en Bs 62,38 y la cesta navideña rozando los quince mil bolívares.
Intento ser optimista para este 2015, pero es realmente difícil tan sólo pensarlo. Frente a un panorama donde las colas cada vez son más comunes, las explicaciones son vanas, y tenemos la inflación más alta del mundo, los aumentos salariales existen, pero mientras el sueldo sube por las escaleras, los precios suben por el ascensor. Así viaja Venezuela.
Yuriana González
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